El argentino resultó con un corte en la ceja izquierda, pero no se retiró del campo, para detener la hemorragia 

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En la sufrida clasificación de Argentina a los octavos de final ante Nigeria sucedió un hecho curioso. Javier Mascherano, tras chocar con un nigeriano jugó casi todo el segundo tiempo con un corte en la ceja. La herida lo hizo manar sangre en la cara, pero insolitamente el árbitro no lo advirtió.

El juez turco, Cuneyt Çakir, no paró el encuentro al ver al centrocampista argentino con la sangre en la cara. Tampoco el «Jefecito» quiso salirse de la cancha para ser atendido porque no quería dejar a su equipo con un hombre menos.

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Lo correcto habría sido que saliera al área técnica para ser atendido por el cuerpo médico y detener el sangrado. Así lo hizo el alemán Sebastian Rudy en el partido que Alemania enfrentó a Suecia el sábado.

Además, las normas de la FIFA indican que «todo jugador con herida sangrante saldrá del terreno y no podrá retornar hasta que el árbitro considere que la herida ha dejado de sangrar». Además el afectado no podrá vestir ropa manchada de sangre, así que el argentino, con omisión del juez central, infringió esa norma.

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Al finalizar el partido se confirmó que Mascherano será evaluado por los golpes sufridos en la cabeza.