El defensor recibió el llamado de su país para unirse al ejército y combatir contra Azerbaiyán

Ereván, Armenia

Una sorpresiva situación une al fútbol con la guerra. Varazdat Haroyan, capitán de la Selección de Armenia, aceptó el llamado del ejército de su país y dejará el fútbol para estar listo ante una guerra que parece inminente con Azerbaiyán. Esto motivó el pedido para todos aquellos menores de 40 años que puedan alistarse para defender su bandera.

El acuerdo entre el capitán de la selección de Armenia y el conjunto griego estaba prácticamente completado. Haroyan se encontraba en Grecia para firmar y entrar en la Superliga de Grecia, cuando decidió responder al llamamiento del Ejército armenio a todos los menores de 40 años para unirse a sus filas.

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El club del noreste del país decidió comunicar la noticia a sus fans de forma poco ortodoxa, compartiendo en redes sociales el mensaje de texto con el que el representante de Haroyan informaba al dueño del EAL, Alexis Kuyas, de la decisión del defensa de aparcar su carrera como futbolista para ir a la guerra.

“Ahora Varazdat Haroyan no puede ir a Europa. Lo siento pero los tiempos son difíciles en Armenia, estamos luchando con Turquía, no oficialmente pero dan todo su poder y soldados a Azerbaiyán. No sabemos qué va hacer ni siquiera mañana, es una gran guerra”, reza el mensaje que publicó el equipo.

“Estamos muy contentos con vuestra cooperación. Esperamos que esta guerra termine y todo vuelva a su lugar. Dios nos bendiga a todos”, concluye el representante de Haroyan.

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Haroyan jugó con el Ural de la Premier League rusa durante las últimas tres temporadas pero decidió rescindir su contrato y probar suerte en Grecia. De momento, sus obligaciones con su país lo hacen imposible.

El conflicto armenio-azerbaiyano se remonta a los tiempos de la Unión Soviética, cuando a finales de la década de los 80 el territorio azerbaiyano de Nagorno Karabaj, poblado mayoritariamente por armenios, pidió su incorporación a la vecina Armenia, tras lo cual estalló una guerra que causó unos 25.000 muertos.