Gareth Bale se convirtió en el héroe de la décimo tercera mientras Karius se hizo el villano con sus dos errores

 

Kiev, Ucrania

Ningún equipo es como el Real Madrid. Está sobre todos, incluso sobre la élite. No importa lo que pase, siempre sale con la victoria, y en estos últimos tres años, la Orejona siempre fue suya.

El capítulo comenzaba con la sensación de equipo superior para el Liverpool. Jugaban como se tiene que disputar una final. Dinamismo, vértigo, constante peligro.

Pero algo se quebró y sus consecuencias van más allá de la final. En una falta de Sergio Ramos, el hombro de Salah se lesionó. El egipcio intentó seguir pero no lo consiguió. Será operado y el Mundial se le desvanece.

También hubo sacrificios en el lado Blanco. Dani Carvajal vivió su pesadilla al pisar mal y lesionarse muscularmente. Debió salir, como Salah, con las lágrimas en el rostro.

Los de Zizou tomaron la iniciativa y hasta anotaron, aunque en posición adelantada. Los papeles cambiaron, el esférico ahora era del Madrid.

La segunda parte inició con la misma sensación. El poste de Isco Alarcón, fue la primera clara para los Merengues. Pero, fue en el momento menos pensado que se abrió el partido.

El alemán Karius, jugó con demasiada confianza, tomó el esférico y despejó sin notar la viveza de Karim Benzema quien solo tuvo que estirar el pie. Picardía de gato.

Sadio Mané devolvió toda la moral que el Liverpool perdió con la salida de Salah y el error de Kairus. Luego, Bale entraría al campo y para todos, basados en la temporada, esa no sería la mejor decisión.

Pero Bale y Benzema se reivindicaron y callaron muchísimas bocas, propias y extrañas, y le dieron al Madrid la trece. Primero Gareth Bale de chilena, opacando la de Cristiano contra la Juve, es un gol de leyenda, como el de Zidane en Glasgow.

Su show apenas comenzaba, cuando el Liverpool estaba atacando más, buscando el empate, Bale soltó un misil que Kairus no logró tapar, o más bien, terminó metiendo el esférico con sus manos.

Gareth Bale y Benzema iban a ser los jugadores sacrificados, pero al final, Zidane los mantuvo, murió con su idea, o mejor dicho, vivió y ahora está en la inmortalidad, el técnico más histórico, el único en conseguir tres Champions consecutivas.