Catedráticos y esmeraldas siguen unidos por la paz cuando departieron este mediodía en restaurante Chedrani

Por Selvin Pineda

San Pedro Sula, Honduras

Lazos de amistad. Lazos de hermandad. Real España y Marathón ahora demuestran que son más que vecinos. Demuestran que fuera de la cancha son amigos.

Siguen demostrando  con hechos el tratado de paz. Para promover una clima de seguridad en el clásico de San Pedro Sula por la Copa Presidente. Pero no solo para ese encuentro. Buscan que sea para siempre.

Risas, Bromas, abrazos así se ven ahorita. Pero en la cancha son rivales porque los dos quieren quedarse con el clásico. Vaya forma de vivirla antes de un clásico. Esto quedará marcado en la historia deportiva del balompié hondureño.

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Kevin Hernández, guardameta de la máquina, quiere jugar contra el monstruo: «Aquí estamos como hermanos. No como enemigos. Es un clásico mas. Queremos ganarlo. Ojalá salga de titular en este juego por la Copa Presidente».

Y que nos dice Denovan Torres portero de los verdes: «Me siento tan bien. Reconozco que cometí un error pero esto no me vuelve pasar. Ha sido bello compartir con mis colegas del Real España. Lógico el clásico lo queremos ganar para seguir con vida en este torneo.

Edder Delgado, volante de la realeza, espera que con esta iniciativa de compartir juntos con los esmeraldas sea captado por las barras para que no exista un pelo en la sopa que dañe el espectáculo.

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«Demostramos con este almuerzo que el fútbol es para unir y no para fabricar guerras en los estadios. El mensaje de paz debe llegar a todos para acabar con la violencia que han venido dañando el clásico».

Cristian Cálix, mediocampista verde, invita al buen comportamiento en las graderías. «A la gente que llegue al Morazán que lo haga sin  provocar desórdenes. Debe reinar una noche hermosa de paz y tranquilidad. Para no dejar morir el clásico sampedrano».

A los que no hemos visto en las reuniones de paz es a los técnicos el uruguayo Martín «Tato» García y el argentino Héctor Vargas para que se den la mano y un gran abrazo. Para que el plan no falle. Y así olviden las palabras groseras que se lanzaron como misiles. Todo parece que saldrá bien. A la mano de Dios.