Está obsesionado con demostrar a Florentino Pérez que es feliz y que hay vida fuera del Real Madrid

España

La felonía de Cristiano Ronaldo a Florentino Pérez el pasado verano no se detiene con su marcha del club. El delantero mantiene firme el deseo de demostrar al presidente y al madridismo que no se equivocó al salir del Real Madrid.

Varias han sido las manifestaciones públicas desde Turín celebrando el acierto del cambio, a la vez que admitía una creciente falta de sintonía con la dirección. Para el luso, que recientemente realizó un paseíllo por los juzgados de la capital, la oportunidad de regresar a Madrid la próxima semana le abre de par en par las puertas de su venganza.

No encuentra mejor escaparate que aguijonear al Atleti en la Champions. Bueno, sí, admite uno mejor, uno idílico: regresar en junio al mismo escenario para medirse al Real Madrid con la copa en juego. Y ganarla.

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Cristiano Ronaldo fabricó, en compañía de su asesor deportivo y amigo íntimo –fue el padrino en la boda del intermediario–, con máxima discreción su deslealtad con el Real Madrid. Poco a poco se van conociendo capítulos de aquella fuga que contaba con un plan organizado.

Si a todos sorprendieron las formas del anuncio, sobre el mismo césped de Kiev tras ganar la cuarta Copa de Europa en cinco años, el fondo se había orquestado con meticulosidad.

Si Marcelo admite sin tapujos que sabía antes de jugar aquel partido que sería el último del ‘7’ porque así se lo había confesado en la previa, Paratici, el director deportivo de la Juve, ha contado con pelos y señales cómo recibió el ofrecimiento del futbolista para vestirse de ‘bianconero’.

El sí del presidente del club italiano adelantó el escape. Sólo faltaba poner precio de mercado desde el ático de Concha Espina, tarea sencilla debido a la pobre relación que restaba entre Pérez y el futbolista. Un Madrid sin más ofertas y sin creerse que alguien mordería el anzuelo colocó el montante en 100 millones de euros.

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“Al Madrid nadie le daba más de 100 millones”, explicó Florentino a los socios compromisarios. “Cristiano se quería ir por temas personales”, completó sus explicaciones el mandamás. En realidad, la relación entre el presidente y la estrella nunca resultó idílica.

Explicado está que Pérez nunca sintió como suyo el fichaje, se lo encontró pactado por quien ocupó antes el sillón presidencial. Quizá por eso, o tal vez por el carácter de ambos, la empatía no llegó nunca a engendrarse. El carrusel de episodios de desencuentros arrancó en septiembre de 2012.

Recordarán aquel “estoy triste y en el club lo saben” en una zona mixta del Bernabéu. Florentino, después de tres temporadas, no había retocado al alza el contrato del portugués. Las dos partes sondearon el mercado y ambas se dieron cuenta de que no encontraban nada mejor fuera del Real Madrid. Lanzaron una tregua que acabó en ampliación de contrato.

Dos años después, tras ganar la Décima y abandonar el club Alonso o Di María, llegaron las primeras críticas de Ronaldo a la política de fichajes del Real Madrid. Desde entonces, un no parar de idas y venidas entre ambos. Desde el coqueteo del luso con el PSG al “tenemos que hablar” de Florentino tras desayunarse en noviembre de 2015 unas declaraciones en las que no admitía amor eterno al club blanco.

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La ida y vuelta acabó un año después con la que a la postre resultaría la última renovación de Cristiano en Concha Espina. Pese a la frialdad en la relación, ambos encontraban siempre puentes: los que trazaban su asesor deportivo y la dirección general del Real Madrid.

La soledad, así lo entendió Ronaldo, con que Florentino dejó al jugador librando sus problemas fiscales resultó la gota que colmó el vaso. La idea de salir en el verano de 2017 la apuntó el diario portugués ‘A Bola’.

La acusación de un fraude de casi 15 millones de euros rompió en dos al delantero. Entonces, fue imposible encontrar destino y a Ronaldo no le quedó otra que capitular. Sin embargo, puso en marcha la ‘operación salida’ que se fraguó unos meses después -sólo había que esperar al final de la temporada 17/18- .

Con todo esto, las palabras del ‘7’ terminaron martilleando a la dirigencia. Aquella noche en Kiev, Ronaldo ya conocía su destino: la felonía cumplía su función. El Real Madrid, campeón por tercera vez consecutiva de la Champions, sufría el rugido de su estrella.

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Después llegaron las manifestaciones que explicaban que “sentía que dentro del club, sobre todo el presidente, ya no me consideraba como al principio. Los cuatro o cinco primeros años tenía la sensación de ser Cristiano Ronaldo; después, menos.

El presidente ya no me miraba de la misma manera, como si ya no fuera imprescindible. Esto es lo que me hizo reflexionar sobre la posibilidad de marcharme del club. A veces, leía las noticias en las que se decían que había pedido salir del equipo. Algo de eso había, pero la verdad es que tenía la sensación de que el presidente no me iba a retener para que me quedara”, dijo en ‘France Football’.

Ahora con la ilusión de un club nuevo, Ronaldo se ha planteado dos objetivos: la Champions y el Balón de Oro. De un lado, se muestra obsesionado con demostrar a Pérez que es feliz y que hay vida fuera del Real Madrid; y por otro, desempatar con Messi.

Sabiendo que es uno de los grandes de todos los tiempos, aún lo será más si lograr romper la igualdad con el argentino, quien por otra parte también vive obsesionado con volver a ganar la Copa de Europa.

Cristiano observa la eliminatoria contra el Atleti como un plato de despecho contra Florentino. Es un escenario perfecto para demostrar en la ciudad que lo acogió casi una década que sigue siendo el mejor goleador de la historia. Pasado este objetivo, llegará su anhelo de regresar al mismo estadio, para jugar la final. Sería su venganza perfecta. (Tomado de El Confidencial).