Un 25 de octubre de 1997, Maradona cerraba su carrera profesional con un triunfo 2-1 sobre River. Cuatro días después, anunció su retiro

Argentina

El 25 de octubre de 1997, hace dos décadas, el mejor futbolista de la historia disputó en el Monumental el último partido oficial de su carrera. Si lo hubiera planeado seguramente habría elegido La Bombonera, pero el destino quiso que su retiro ocurriera en la cancha de River.  Se despidió con una victoria de Boca 2-1 contra River.

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Maradona visitó Núñez sin saber que, después, no volvería a pisar un campo de juego. En ese momento, Boca tenía un gran equipo: un plantel arrollador que, sin embargo, no podía demostrarlo en títulos.

Diego saluda a Ramón Díaz, el mejor entrenador en la historia de River.

Héctor Veira conducía a un grupo que contaba con jugadores que, con el tiempo, se convertirían en ídolos del club: Martín Palermo, Óscar Córdoba, Rodolfo Arruabarrena, Jorge Bermúdez, además de Diego Cagna, Diego Latorre y Nolberto Solano.

En el banco de suplentes estaba Juan Román Riquelme: él reemplazó a Maradona en el segundo tiempo. Fue algo así como el pase de banda presidencial: Riquelme, entonces, se convirtió en el 10 de Boca más importante de la historia del club.

Una de las últimas pinceladas de Diego Maradona. La zurda acaricia la pelota ante la marca de Eduardo Berizzo.

La crónica dirá que Maradona no fue héroe en su despedida. River se fue al entretiempo en ventaja y el Bambino Veira, que tampoco sabía que era el último partido del 10, decidió sustituirlo. Claudio Paul Caniggia y Juan Román Riquelme, que tenía a penas 19 años, ingresaron por Maradona y Nelson Vivas.

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Boca ganó 2-1 con un cabezazo de Palermo, otro hombre que construyó su imperio sobre el terreno que dejó Maradona. Diego no tuvo su mejor actuación: estaba, evidentemente, en la caída de su carrera. Hizo poco en cancha para vencer a un River que dominaba en el marco internacional: con futbolistas como Enzo Francescoli, Marcelo Salas y Marcelo Gallardo, el año anterior había ganado la Copa Libertadores y meses después se consagraría en la Supercopa.

Nadie suponía que ese sería el final de Maradona. De hecho, pasaron cuatro años hasta que hizo su partido homenaje en 2001. Sin embargo, hay algo que no cambió: su vínculo con el fútbol fue, es y seguirá siendo único e inseparable. Dos décadas después, su estampa de crack, su magia, su carisma y liderazgo, permanecen.