Las clasificaciones a Sudafrica y Brasil fueron espejismos que taparon la decadencia del fútbol hondureño

 

Honduras

Los triunfos son engañosos. Honduras el pasado miércoles cayó, y aunque todos nos lamentamos por habernos desvelado para ver como Australia le pasaba por encima a la Selección, quizá lo que presenciamos es lo mejor que le pudo haber pasado a La Bicolor.

La decadencia en el fútbol hondureño tiene su base en el retraso. Da la impresión que todos están conscientes de los problemas que aquejan al balompie nacional pero nadie parece acordarse de esos males cuando Honduras clasificó a dos mundiales consecutivos.

¿Y cómo iban a hacerlo? ¿Quién iba a pensar en los errores que se cometen cuando Jonathan Bornstein cabeceó al último minuto para que la H tuviese su pase a Sudafrica? ¿Quién iba a señalar la realidad de la pobre estructura deportiva cuando Costly y compañía lograban el Aztecazo?

Momentos gloriosos pero también dañinos porque fueron un velo para tapar muchas cosas. No bastaron las actuaciones mediocres de las Copas del Mundo para hacernos ver lo malo que somos a ese nivel. Siempre, el aficionado hondureño se agarra de ciertos elementos mentirosos como «A Suiza casi le ganamos» o «A Ecuador lo tuvimos contra las cuerdas». Eran esas las oportunidades para replantearse, por cierto, el presente del fútbol y se dejaron ir.

Lo cierto es que, hace diez o quince años, los estadios en Honduras eran incómodos, con parqueos inaccesibles, baños asquerosos y canchas lamentables que más parecen potreros. Hoy, sigue siendo igual.

Hace diez o quince años, los calendarios de la Liga Nacional eran mal elaborados, sin lógica ni coherencia, siempre interferían con otros torneos y obligaba a reprogramaciones. Hoy, sigue siendo igual.

Hace diez o quince años, las selecciones menores clasificaban a los mundiales de sus categorías para ser goleados. Hoy sigue siendo igual.

Hace diez o quince años, las ligas menores eran ignoradas totalmente por los directivos, abandonadas a su suerte. Hoy sigue siendo igual.

En conclusión, los males de siempre no se han resuelto y el mundo es cruel con aquellos que no crecen. Antes, el nivel del fútbol Mundial le alcanzaba a Honduras para empatarle al anfitrión de una Copa del Mundo en su debut. Hoy, eso es totalmente imposible porque Honduras se ha quedado y otros como Panamá, le pasaron de largo y no digamos Costa Rica, que de haberse enfrentado a Brasil seguramente le pinta la cara en el 2014.

Entonces, ¿por qué esperamos clasificar a un Mundial con todos estos problemas? No se puede. Pero lo triste, señores, es que pronto se podrá cuando la FIFA cambie el formato de los Mundiales para que participen 48 selecciones. El premio a la mediocridad que Honduras tendrá para que no se trabaje y todo siga igual.

La eliminación es lo mejor que le pudo haber pasado a Honduras porque es una chance inmejorable para crecer. Pero no será de la noche a la mañana. Hay mucho que hacer y ojalá los responsables se den cuenta.