El excapitán de la selección Sub-17 en el Mundial de Chile en 2015, ahora está tras las rejas

Georgia, Estados Unidos

Recluido en una cárcel de inmigración en Stewart, Georgia, Estados Unidos está el excapitán de la Selección Sub-17 de Honduras, Allan Rivera.

El joven, de apenas 20 años, nacido el 23 de marzo de 1998 en San Pedro Sula, huyó del país para salvar su vida. Fue víctima de intento de secuestro y extorsión, según sus declaraciones al medio digital, Mundo Hisánico.

Rivera fue uno de los héroes en la clasificación de la selección dirigida por José Valladares. Anotó uno de los dos goles en el triunfo a Guatemala en el premundial en San Pedro Sula.

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Su odisea comenzó cuando intentó cruzar la frontera de Estados Unidos de forma ilegal y fue detenido por elementos de la Patrulla Fronteriza y luego entregado al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, posteriormente, llevado a prisión a la cárcel de Inmigración de Stewart, en Georgia, a la espera de su deportación.

Han pasado cinco meses de su arresto, lo que ha sido un tormento para el exmundialista hondureño, pues se siente como si fuera un «criminal».

A pesar de estar tras las rejas, Rivera no se ha quedado de brazos cruzados. Aprovecha cada instante de “recreación” que las autoridades les conceden en la cárcel para continuar practicando su pasión: patear la pelota.

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Su sueño es poder evitar su deportación, y demostrar sus condiciones en algún equipo de la MLS. Además su mayor anhelo es reencontrase con su padre, quien vive en New Orleans y a quien no mira desde hace 15 años.

A su progenitor, que lleva su mismo nombre, le adjudica la mayoría de sus triunfos personales y como futbolista.

Allan hace un llamado a las autoridades nacionales para que le ayuden y evite su deportación, pues asegura que prefiere estar allá que regresar al país, donde ha sufrido amenazas por antisociales.