Brasil

Los estadios donde se juega la Copa América en Brasil retoman su función como escenarios del fútbol internacional, alternando con la atención de pacientes de covid durante la pandemia tras convertirse en ‘elefantes blancos’ del Mundial-2014.

En el predio del estadio Mané Garrincha de Brasilia hay una carpa para pruebas de coronavirus y ni una referencia al torneo de selecciones. Pero en el interior, aun sin público, volvieron a lucirse figuras como Neymar, Lionel Messi o Luis Suárez.

Meses atrás, este gigante recibía enfermos en lugar de deportistas. Transformado en un centro de recuperación, alojó a cientos de infectados de covid en una atmósfera de silencio que contrastó con las más de 70.000 personas que llenaban las gradas en el Mundial-2014.

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En Brasil, que suma más de 511.000 muertes por la pandemia, también otros estadios de la Copa y del fútbol local encontraron nuevos usos como centros de asistencia durante la crisis sanitaria.

Incluso el emblemático Maracaná albergó un hospital de campaña. Y el Arena Pantanal de Cuaibá, levantado para la Copa del Mundo, alterna ahora sus funciones como centro de detección de covid-19 y sede del fútbol continental.

El torneo les dio a algunos de estos estadios con pocas emociones la oportunidad de revivir su protagonismo y aliviar levemente sus cuentas.

«Elefantes blancos»

Brasil invirtió unos 8.300 millones de reales (unos USD 3.526 millones al cambio promedio de 2014) en 12 sedes para el Mundial. Algunos de los estadios «se tornaron elefantes blancos; fueron utilizados poquísimo», dice el periodista deportivo Gustavo Hofman, sobre estas obras gigantescas, caras y de escasa utilidad.

Ahora, la Copa les devuelve su misión a unos pocos, aunque el alivio en las cuentas será «apenas aislado, sin alterar en la práctica el panorama para estos estadios», dice el comentarista de ESPN y FOX Sports.

La Copa América comenzó el 13 de este mes en el Mané Garrincha, uno de los más caros del mundo tras la reforma por 1.4000 millones de reales (unos USD 595 millones de 2014) para el Mundial. Hoy, un monumento más en la capital.

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«Brasilia no tiene equipos sino en divisiones menores y obviamente no pueden utilizar el Mané Garrincha. Es muy poco usado para fútbol; en los últimos años incluso fue más utilizado para shows», explica Hofman. Pero la pandemia anuló también esa alternativa.

El predio fue concesionado recientemente para su explotación por 35 años, ante las dificultades de equiparar ingresos con unos 700.000 reales (unos USD 177.400 al cambio del momento) de gastos mensuales de mantenimiento, según estimaciones de 2019.

Más estático que de costumbre, la crisis sanitaria le dio un nuevo propósito cuando entre mayo y octubre alojó una unidad médica con 197 camas. El hospital del Garrincha quedó luego bajo sospechas en la contratación por unos 80 millones de reales (unos USD 16 millones), según una investigación oficial que cita O Globo.

Estadio multifuncional

El gobierno del Estado de Mato Grosso celebró poco antes de la Copa que el Arena Pantanal recuperara el fútbol: el ascenso a primera del Cuiabá Esporte Clube iluminará el estadio para 44.000 personas heredado del Mundial.

«En estos últimos años pasó a ser más usado gracias a la inversión en el fútbol regional», explica Hofman.

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Pero debió apoyarse para sostener gastos por unos cuatro millones de reales al año (alrededor de USD 1 millón al cambio del momento de la estimación en 2018) en una variedad de usos, como eventos religiosos, culturales.

Además, el Arena Pantanal da asiento a una escuela, a oficinas estatales de deportes y tránsito, y hasta sirve para distribución de alimentos. Durante la pandemia alojó desde julio un centro de detección y atención primaria de covid-19. La atención se cierra cinco horas antes de cada partido de la Copa América.

De templo de fútbol a la emergencia

En el Maracaná se inyectaron otros tantos millones antes de la cita mundial, incluyendo montos de sobrefacturación, según la justicia.

En 2017 atravesó un abandono temporal al quedar enredado en una trama de corrupción. Pero el Mario Filho (el nombre oficial) mantuvo una actividad intensa y solo se vistió de blanco en su reciente faceta de hospital.

En esa situación impensada lo encontraron sus 70 años el 16 de junio de 2020: un hospital de campaña para cientos de infectados ocupó parte de su predio.

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La corta existencia del centro de salud coincidió con el regreso del fútbol en el estado de Rio de Janeiro, y la distancia de metros entre el deporte y la fatalidad resultó chocante. Sin embargo, fue un nuevo escándalo por supuesta corrupción lo que acabó en su desmantelamiento.

El estadio, casa del Flamengo, volvió entonces a lo suyo: en enero albergó la final de la Copa Libertadores entre Palmeiras y Santos, con 5.000 espectadores en sus gradas para 78.000.

En Rio de Janeiro, la Copa América se juega también en el estadio olímpico Nilton Santos, uno de los principales en los Juegos Olímpicos de Rio-2016. Este predio, hogar del Botafogo y muy cuestionado por el mal estado del campo de juego, se muestra igualmente versátil, ya sea como pista para el triple-triple de Usain Bolt o como centro de vacunación. (Tomado de Infobae).