El torneo regresa en el mejor de los escenarios: el que acogerá en Catar el primer Mundial de invierno de la historia

Catar

La Copa Árabe de fútbol comenzó este martes en Catar como el ensayo definitivo para el Mundial de 2022 con una espectacular ceremonia de luz en el novedoso estadio de Al Bayt y cuatro partidos que dejaron las victorias de la anfitriona, de Emiratos Árabes Unidos y de Túnez, una de las favoritas, y el empate entre Omán y Irak (1-1), dos de las selecciones más flojas de Asia.

El torneo, que sirve para probar avances de cara al Mundial como la nueva tecnología para el fuera de juego, empezó con una cómoda victoria de Túnez, que arrolló a la débil Mauritania (5-1) con dos nombres propios.

Hannibal Mejbri, la joven perla del Manchester United, que dio su primera asistencia en su cuarto partido -el primero de titular- con las «Águilas de Cartago», y Firas Belarbi, el emergente delantero del Etoile du Sahel tunecino que anotó un doblete cinco días después de la muerte de su padre, al que no pudo despedir.

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Minutos antes, su compañero Saifeddine Jaziri (Zamalek) -autor igualmente de un doblete- había marcado el primer gol de un torneo menor que no se disputaba desde 2012 debido a las revoluciones que han sacudido a la mayoría de los estados árabes.

En el segundo partido, el centrocampista omaní Salaah al Yahyaei (Dhofar, Omán) fue el primero e inscribir su nombre como goleador de la Copa Árabe en el estadio de Al Janoub, en la ciudad de al Wakrah, otro de los que dentro de un año exacto acogerán el primer mundial de invierno de la historia, en un partido gris que Irak logró empatar en el tiempo añadido gracias a otro penalti, anotado por Hasan Abdulkareem (Al Karkh, Irak).

CEREMONIA DE INAUGURACIÓN Y VICTORIA DE CATAR

El plato fuerte de la jornada estaba, sin embargo, en la inauguración del ultramoderno Al Bayt Stadium, situado a unos 43 kilómetros de la capital y que asemeja los típicos mazos de alfombras en los bazares árabes.

Allí, un vistoso espectáculo de luz y sonido dio paso primero a unas palabras de Gianni Infantino, presidente de la FIFA, que organiza por primera vez la Copa Árabe, un torneo menor que arrancó hace medio siglo, en las que instó a celebrar «la unidad del mundo a través del fútbol».

Después, la anfitriona y Bahrein saltaron al inmaculado césped del estadio que acogerá la final el próximo 18 de diciembre la final – para la que son también favoritos Egipto, Argelia, Arabia Saudí y Marruecos- y en el que dentro de un año se disputará el partido inaugural del Mundial de Catar de 2022 y una de las semifinales.

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La victoria se decantó para los pupilos del español Félix Sánchez, un técnico salido de La Masía, y el honor de estrenar las redes y el marcador correspondió, para delirio de animosa la afición catarí, a Abdulaziz Hatem, un mediocampista de origen sudanés que juega para la escuadra local Al Rayyan.

Emiratos Árabes Unidos y Siria cerraron la primera jornada del que es el examen más exigente para la FIFA de cara a su gran apuesta mundialista en un partido disputado en el innovador estadio Ras Aboud, construido con contenedores de barco y completamente desmontable que acabó con la victoria emiratí (2-1) gracias a los goles del brasileño naturalizado emiratí Caio Cancedo (Al Ain, Emirartos) y Ali Saleh (Al Wasl, Emiratos) en la primera parte.

Siria tuvo opciones de empatar en el último minuto pero se marchó con el único gol anotado por Ward al Salama (Al Manama, EAU).

UN TORNEO MENOR RECUPERADO

Creada en 1963, en pleno auge de la corriente política unificadora conocida como panarabismo, la Copa Árabe, un torneo menor, regresa al calendario de la FIFA tras una década de interrupción a causa de las ahora marchitadas primaveras árabes y en el mejor de los escenarios: el que acogerá en Catar el primer Mundial de invierno de la historia.

Dieciséis selecciones, divididas en cuatro grupos, que entre el 30 de noviembre y el 18 de diciembre buscarán convertirse en el sucesora de Marruecos -ganador de la edición de 2012- en los mismos campos, las mismas fechas y las mismas condiciones climáticas en la que se disputará la innovadora fase final de Catar 2022.

Pero si en lo logístico la Copa Árabe atesora la enorme importancia de proyectarse como el banco de pruebas definitivo para los organizadores de cara a la exigente cita mundialista, en lo deportivo el torneo presenta menos atractivo, incluso dentro de las fronteras árabes, por la ausencia de las principales estrellas.

SIN ESTRELLAS, CON UNA DOCENA DE BANQUILLOS EUROPEOS

Jugadores de talla mundial como Ryad Mahrez, capitán de Argelia, Mohamad Salah, estilete de Egipto, Achraf Hakimi, puntal de Marruecos, y varios otros grandes peloteros enrolados en ligas europeas no han sido liberados por sus respectivos clubes para un torneo al margen de las ventanas FIFA.

Entre las favoritas, solo Túnez y Arabia Saudí viajarán a Doha con sus mejores armas para tratar de alzar un trofeo con el que Catar espera estrenar sus vitrinas.

Otros once seleccionadores europeos pueblan los banquillos de un torneo que sirve, igualmente, de prueba para el nuevo sistema de regulación del fuera de juego, que la FIFA espera implantar para el Mundial y que según sus inventores es mucho más rápido y preciso, ya que evita tirar las engorrosas líneas actuales.