El brasileño acusó de racista al español del Olympique de Marsella, a quien golpeó de atrás, por lo que fue expulsado en la Liga de Francia

París, Francia

El clásico entre París Saint-Germain y Olympique de Marsella terminó en trompadas entre los jugadores y cinco expulsados. Neymar fue uno de ellos, al golpear en la nuca a Álvaro González. «Le pegué por racista», sostuvo el brasileño al irse de la cancha. Pero enseguida en Twitter fue durísimo: «Me llamó mono hijo de puta; me arrepiento de no haberle pegado en la cara a ese imbécil».

El delantero del PSG estaba sacado en la cancha contra su rival. Y en su cuenta en la red social amplió: «El VAR muestra mi ‘agresión’. Ahora quiero ver la imagen del racista llamándome «MONO HIJO DE PUTA» (macaco filho da puta, en portugués). Eso quiero ver».

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El clima del partido estuvo caldeado de entrada, pero nadie esperaba semejante nivel de agresividad y menos de racismo, tal lo denunciado por Neymar.

Durante la primera media hora, el PSG tenía el dominio del juego y también las posibilidades. Pero el partido iba a cambiar abruptamente a los 31 minutos, cuando desde una pelota parada, la visita se puso en ventaja. Tiro libre de Payet para que Florian Thauvin en soledad abriera el marcador.

A los 33 minutos, una falta sin pelota de Álvaro sobre Ángel Di Maria derivó en un escupitajo del argentino y la reacción de todo el equipo local. Tanto dentro como fuera de la cancha.

Neymar copó la parada y al grito de «Racismo, no», culpó al futbolista español del entredicho. Un duelo personal que no iba a quedar ahí y que sobre el final del clásico iba a desatar el escándalo y el bochorno que se vivió.

A falta de 20 minutos, Paredes ingresó por Verratti y con un minuto en cancha, vio la tarjeta amarilla: patadón desde atrás a Payet. Pero esa no iba a ser la única acción contra el francés más abucheado de la noche. Dos minutos más tarde, fue Di María quien también intentó hacer justicia propia y le dio una murra al volante de Olympique. Otra amarilla.

Los minutos finales fueron un calco de lo ocurrido en la primera parte: patadas desmedidas, discusiones a granel y el PSG sacado de sus casillas y sin claridad para buscar el empate. Así, los locales chocaron con su propia impotencia.

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En tiempo adicional, el duelo verborrágico entre Neymar y Alvaro González subió de tono; y sumado a otro entredicho entre Paredes y Benedetto en mitad de la cancha, hizo que todo se saliera de sus cabales.

La poca personalidad del árbitro y las pulsaciones a full hicieron el resto y terminaron a las trompadas. Con corridas entre los propios futbolistas y un bochorno con cinco rojas: Neymar («Le pegué por racista», dijo al irse), Leandro Paredes, Darío Benedetto, Layvin Kurzawa y Jordan Amavi. Y un espectáculo lamentable.