Kaunas, Lituania

El Real Madrid es infinito y Llull y Sergio Rodríguez, eternos. Ocho años después, la misma pareja y la misma final. Los de Chus Mateo conquistan su undécima Euroliga ante un Olympiacos que no lo puso fácil.

El conjunto blanco obra el milagro que comenzó con la primera remontada de un 0-2 en la historia de la competición al vencer a 3-2 a Partizan y, para aquel 3-2, hubo que remontar un -18 al descanso -la única vez que se consigue en la historia de la competición.

Tras esto, el duelo español frente al Barça también se saldó con victoria blanca tras otra remontada y los de Mateo se plantaron en una final marcada por la estadística. En contra, nunca el vencedor de un duelo español en semifinales había ganado la Euroliga; a favor, nunca el campeón de la liga regular -Olympiacos- ha ganado la competición.

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Así las cosas, el Real Madrid se presentó en Kaunas a jugar la última oportunidad de una temporada plagada de épica. En frente, Olympiacos, el gran favorito. El líder de la temporada regular, que también le tocó sufrir en su duelo de cuartos frente a Fenerbahçe (3-2) pero que en semifinales ganó con solvencia al Mónaco.

Los de Chus Mateo, no llegaban como favoritos pero no lo demostraron pese a que les costó mucho entrar en el partido y muy poco salirse de él, el segundo cuarto fue clave. Tavares no defraudó como faro blanco -MVP de la final, 13 puntos y 10 rebotes- pero sí le costó conectar balones.

Mientras, los de Bartzokas no defraudaron con el tiro exterior y así llevó al Madrid a un peligroso duelo en zona y en tiros exteriores que durante toda la primera parte perdieron los de Mateo castigados por un entonadísimo Canaan al que le acompañaba Papanikolau en ataque y Fall en defensa. Poco juego interior del Madrid y 24-17 al final del primer cuarto. El guion esperado.

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El segundo cuarto lo protagonizó el Madrid que consiguió marchase al descanso 45-45 gracias al buen hacer de un Hezonja que tenía la Euroliga entre ceja y ceja -anotó 10 puntos de los 12 que consiguió en todo el partido- y a recuperar el tiro desde la línea de tres.

La defensa en zona del Madrid obró el milagro. Pese a que los del Pireo intentaron todo lo posible de tres, fallaron más tiros de lo esperado y el cierre del rebote para los blancos logró que el campeón de la liga regular no se marchase mucho en el marcador.

La épica

Canaan volvió a liderar a los de Bartzokas en el tercer cuarto y el Madrid acusó sus problemas en ataque y con algunas de las decisiones arbitrales que colocaron a los blancos en bonus de faltas en menos de cinco minutos.

Los nervios de los blancos por evitar que Olympiacos se fuese en el marcador obligaron a realizar tiros forzados, a fallar mucho y a perder el control del partido tanto que la amenaza de un +12 planeaba en el ambiente. Pero gracias a Williams-Goss y a saber sufrir, los de Bartzokas no se marcharon en el marcador y el Real Madrid fue capaz de aguantar ‘la goma’ para irse al último cuarto con 63-59.

Y en el último cuarto sucedió todo. No podía ser de otra manera entre dos equipos históricos de la Euroliga y brindaron un final de temporada maravilloso. Vezenkov fue el primero en golpear con un triple que ponía a los de El Pireo en +7. Pero el Madrid siempre vuelve. Causeur, con dos triples, acudió al rescate.

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Y ahí, pese a que Olympiacos seguía con una renta de +6 -78-72-, el Real Madrid se puso el mono de trabajo. Defensa dura en zona y la magia de el ‘ Chacho’ obraron el último milagro. Los cinco puntos consecutivos del canario dejaron al equipo a un punto de los griegos. Y con 12 segundos de balón, apareció Sergio Llull. Un fogonazo del de Mahón, que metió una de sus clásicas ‘mandarinas’ en suspensión a 3,1 segundos para el final puso al Madrid por delante en el marcador.

La última jugada de Olympiacos fue para Sloukas que no pudo anotar el último tiro sobre la bocina. El Real Madrid repetía victoria, como ya sucediese en 2015 con la Novena y pone tierra de por medio a su inmediato perseguidor en títulos, CSKA -ocho-.