El ariete sigue sin ser figura en instancias finales, la maldición persigue a Higuaín a nivel selección y de clubes.

Nadie tenía más cuentas pendientes que Gonzalo Higuaín. Acusado de fallar en los momentos clave, el delantero argentino se plantó en la final de la Champions League, ante su exequipo, para intentar acabar de una vez por todas con la maldición que le persigue en las finales.

A pesar de haber completado una gran temporada (32 goles en 52 partidos), volvió a ser irrelevante en una cita importante. Al principio del encuentro se mostró deseoso de agradar, incluso disparó a puerta en dos ocasiones en los primeros cinco minutos, pero tras participar en el 1-1 (una asistencia que hizo buena Mandzukic), desapareció del césped del Millennium Stadium. Secado por completo por los centrales blancos, no pudo hacer nada para evitar la catástrofe de su equipo.

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Cuando militaba en el Real Madrid participó en tres finales (Copa del Rey 2011 y en las ediciones de la Supercopa de España 2008 y 2012) y tan sólo consiguió ver puerta en el partido de vuelta de 2012. Pocos lo recuerdan porque el Madrid conquistó los tres títulos. Sin embargo, en el recuerdo blanco hay dos momentos difíciles de olvidar. El gol a portería vacía que desperdició contra el Lyon y el mano a mano ante el Dortmund, ambos en eliminatorias de Champions.

Con el Nápoles, Higuaín ganó la Copa Italia, pero sin marcar en la victoria por 3 a 1 en la final ante Fiorentina, y la Supercopa de Italia ante la Juventus (la última vez que el delantero argentino conseguía perforar la portería en una final). La otra competición que tuvo a Higuaín como figura sin gol fue la reciente Copa Italia que conquistó la Juventus.

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Con la Albiceleste, Higuaín fue el foco principal de la derrota en las finales de Copa América y del Mundial tras sus garrafales errores. La clara ocasión ante Neuer, su fallo desde los once metros o el mano a mano contra Claudio Bravo… son algunas de las muescas en el fusil del delantero argentino que parece disputar las finales con la pólvora mojada. Demasiados errores para un delantero que quiere codearse con los mejores ‘9’ del mundo.